Te echo de menos de todas las formas posible y por haber.
Tanto que a veces es insoportable.
Tanto que a veces no sé si puedo levantarme de la cama,
cuando los recuerdos me abofetean de todas las maneras posibles.
Te echo de menos, infínitamente.
Y sé que no es justo que te lo diga, y aunque te lo dijese daría igual.
Por eso lo escribo aquí, en mi lugar secreto.
Donde se quedará escondido para siempre.
Echo de menos tus quejas, nuestras conversaciones interminables,
echo de menos tus "cariño, no te rindas, tú puedes".
Tu risa, tu pelo.
Echo de menos el saber que te tenía ahí.
Todo y más lo echo de menos. Tanto que a veces es insoportable.
Tanto que a veces parece que me muero.
Y los recuerdos ocupan cada resquicio de mi mente...
Y al levantarme me golpean una y otra vez, hasta dejame K.O.
Mirando el techo... Y pensando, una y otra vez...
Todos los días me despierto anhelando que ese último mensaje sin leer sea tuyo.
Soy idiota, lo sé. Pero, ya sabes la esperanza es lo último que se pierde.
Una parte de mí sabe que se ha acabado, que no hay más.
La otra desea con todas sus fuerzas que me des señales de que
todavía sientes algo. Que no soy un recuerdo más.
Hay días que me levanto con el no puedo,
y el no puedo me acompaña hasta que me duermo.
Días malo y días peores. Últimamente no hay días buenos.
Las semanas eternas, los días imposibles.
Esquivando cualquier cosa que me recuerde a ti.
Odio el victimismo, odio el parecer la víctima de todo esto.
Por eso prefiero que se quede aquí, escondido.
Escondido de ti, de mi, del mundo.
Donde a nadie daré pena, ni siquiera nadie lo leerá.
He perdido lo más importante de mi vida y sé que no lo voy a recuperar.