Mirabas por la ventana. Sonreías. Me decías con voz rota que muchas veces te prometieron la luna, pero que las promesas son tan poco válidas como las personas en sí. Decías que mejores tiempos había habiado, y aunque no fuese así siempre estaba algún caballero valiente decidido a salvarte. Ahora estabas sola...no había ni luna, ni caballeros ni siquiera un dragón.
Tus demonios más profundos se reflejaban todos los días en el espejo. Y yo mientras te intentaba recordar lo bonito de la vida, los sentimientos, las sonrisas. Pero tu eras de porcelana, y la porcelana es muy díficil de arreglar.
Tu estación favorita... invierno... decías que en esa época todo dormía y de repente en primavera todo volvía a resurgir.
Odiado invierno... te llevó consigo. Te odio Diciembre.